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das Mystische 2.1

Islas

Islas A Javier el traje le queda perfecto. Ha engordado, sí, y se muestra mucho más impaciente, pero visto desde esta parte de la fotografía, justo en el lluent, el punto más luminoso, la parte central del lago (esa que los árabes describieron como espejo del sol), no podemos decir que las cosas le hayan ido precisamente mal. Javier abandonó el pozo de la adolescencia, el lugar de las hermandades selladas con sangre, en el momento justo (el tiempo preciso es siempre el momento justo), y ahora vive rodeado de agua en su propia isla: la Al Buhayra de los árabes, el pequeño mar de La Albufera. El cristal ya no refleja un rostro a punto de extraviarse; el agua ha cumplido su labor curativa. A Javier, ahora, el traje le queda perfecto.

Nos pasamos la vida entera buscando islas, islas desconocidas, islas de vacío y de sorpresa en medio de tempestades cotidianas, y algunos encuentran una isla apropiada para todos los días del año. Otros, en cambio, mudamos a menudo de isla o fabricamos islas temporales o islas artificiales, y también éstas sirven para engañar a la muerte y hacernos mucho más fuertes. Nadie entiende bien porqué pero, llegado el momento, no sabemos otra ocupación que seguir escudriñando islas.

Cuando Javier nos invita a navegar por el lago, la pequeña barca azul que nos transporta se transforma en una hermosa isla de madera. A bordo de la nave (vaixell vell, tot ple de cors ben joves) el pirata (o alguien que se parece una barbaridad al pirata) nos cuenta, con la mirada perdida, una historia de búsqueda y de islas.

"Les Illes Canàries en són set... (nos dice el pirata) i no obstant aixó, se’n busca una huitena. Es tracta de l’illa fantasma, l’illa de Sant Borondón. Segons un poema irlandés, Sant Borondón (Saint Brendan o Saint Brandan de Clofert), era un monjo del comtat irlandes de Kerry. Ordenat sacerdot l’any 512 dC, es va embarcar amb altres 14 monjos en una frágil nau i es va internar en l’Atlàntic, buscant la Terra Promesa dels Benaurats, les Illes de la Felicitat i la Fortuna.

Conta la llegenda, que durant el viatge van recollir tres monjos més, es van trobar amb dimonis que vomitaven foc, amb columnes de cristall flotant i amb tot tipus d’estranyes criatures.

Brendan i els seus companys van desembarcar en una illa plena d’arbres y de vegetació. De sobte, l’illa va començar a moure’s. Es tractava d’una gegantina criatura marina, sobre el llom de la qual es trobaven els monjos. Després de moltes peripècies, Brendan va aconseguir tornar a Irlanda."

No sé porqué nos cuenta esta historia. Quizá porque a él la adolescencia lo arrastró hasta las costas de Cádiz y a mí a las Islas Canarias, o quizá porque, en ese mismo momento, en el Puerto de Valencia, nos encontramos con el Benijofar (carguero de Santa Cruz de Tenerife) y todo parece desfigurarse en suaves islas de sueño. A bordo, todos entonamos El Himno al ocio (¡Faré vacances! ¡Faré vacances!) y esperamos una señal exacta para el camino de regreso. El pirata entona una vieja canción de Ovidi (que buscaba islas con nombre de mujer o con nombre de revuelta) y la arena que pisamos se torna fría como un recuerdo. Algunos encuentran una isla de sueños para todos los días del año. Nos pasamos –dice el pirata- la vida entera buscando islas, islas desconocidas, islas de vacío y de sorpresa, y ésta es mi isla.

1 comentario

itn -

Este sitio si es una isla entre tanto mar vacío.
A mi que me aburre nadar, me encanta descansar en tu isla Enric..., digo Enrique.
una vez descansado, me zambullo con el resto en lo cotidiano.